Viernes 5º de Cuaresma
Jr 20, 10-13; Jn 10, 31-42
Queridos hermanos:
Creer en Cristo es
aceptar el testimonio que da de Él la Escritura, acoger su predicación y, sobre
todo, el testimonio de sus obras, en las que el Padre y el Espíritu testifican
la veracidad de sus palabras y su presencia en Él.
El testimonio
definitivo será la resurrección de Cristo de la muerte, con la promesa de la
resurrección de cuantos crean en Él, gracias al Espíritu que el Padre les
enviará desde el cielo. Los milagros que Jesús llama signos o señales
muestran su unión con Dios y su misión salvadora del pecado y la muerte, para
la que ha sido consagrado y enviado por su Padre.
Tanto su palabra como
sus obras testificarán en el juicio acerca de nuestra acogida o rechazo del
Hijo, y también del Padre que lo ha enviado. Asimismo, sus discípulos, enviados
en su nombre, serán objeto de la acogida o el rechazo, porque en ellos se hace
presente quien los envía: Cristo, y también el Padre. Así ha ocurrido con Juan
Bautista, Jeremías y todos los profetas.
Una vez más, los
judíos, tardos para creer, son rápidos para juzgar con criterios carnales, en
los que no interviene el discernimiento de las obras que, trascendiendo la
carne, deberían apoyarlos en el Señor.
Esta palabra nos invita
a creer, apoyándonos en los signos que Dios mismo nos presenta, porque ha
tenido a bien llamarnos al conocimiento de su Hijo, para que tengamos en Él
vida eterna.
www.jesusbayarri.com
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