Sábado 17º del TO
Mt 14, 1-12
Queridos hermanos:
Hoy la palabra nos presenta la fama de Jesús, que hace prodigios y asombra a todos con su predicación, sus obras y las de sus discípulos, que parten anunciando el Reino. Hasta al impío Herodes alcanzará su popularidad, que no por eso se convertirá, como les ocurre a los demonios, a quienes el conocimiento de Cristo tampoco les sirve para creer en él.
A
Herodes le gustaba oír a Juan Bautista pero lo mandó decapitar; a Jesús lo
tratará de loco, lo despreciará y se burlará de él. Es interesante la actitud
del Señor ante este pobre endemoniado que es Herodes, porque Cristo, que acoge
a los pecadores, le llama zorro, y se niega a dirigirle la palabra. No había
palabra ni señales para quienes acudían a los monjes, famosos por su santidad, si
no pensaban convertirse al pedirles consejo. Dice la Escritura que el Señor resiste a los soberbios. Como
dice el Evangelio, el Señor ni siquiera se confiaba a quienes habían creído en
alguna ocasión, porque conocía lo que había en el corazón de las personas. “De Dios nadie se burla”, llega a decir
san Pablo (Ga 6, 7).
Si
los que rechazaron a Juan Bautista no pudieron acoger a Cristo (Lc 7, 30),
cuanto menos Herodes que lo mandó matar. Según san Mateo y san Marcos, a
Herodes le gustaba creer que Juan había resucitado, librándose así, en cierta
medida, de su remordimiento por la muerte de un profeta.
Dios pasa a través de
sus enviados y, ¡ay! del que permanece indiferente o los rechaza: “Quien a vosotros rechaza, me rechaza a mí,
y quien me rechaza a mí, rechaza a Aquel que me ha enviado; cuanto hicisteis
con uno de mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis.” Rechazar al
mensajero es rechazar el mensaje. Algo que de alguna forma expresó Mc Luhan,
aplicándolo a nuestro tiempo con aquello de: “El medio es el mensaje.” El Padre
no envió a un profeta cualquiera a proclamar el Evangelio, sino a su propio
Hijo, que se identifica con sus enviados: “Vosotros sois la luz del mundo y la
sal de la tierra, porque “Yo Soy, la luz
del mundo y la sal de la tierra.”
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