Martes 31º del TO

Martes 31º del TO

Lc 14, 15-24

Queridos hermanos:

Ante la exclamación: “¡Quién pudiera comer en el Reino de Dios!”, Jesús responde con una parábola que viene a decir: eso depende de ti, porque Dios te llama en este momento, y después llamará a todos. El Reino de los Cielos ha llegado, y los que se hacen violencia a sí mismos lo arrebatan.

Basta creer para comer del Reino. Para comprender mejor esta palabra, recordemos cómo Dios invitó a Adán y Eva al Reino de la comunión con Él desde la creación, y cómo el hombre rechazó esa invitación. Más tarde, se hizo presente en Egipto para invitar a los hebreos esclavos a su Reino; y a los que quisieron salir, los sacó de allí, los purificó en el desierto, los hizo pueblo y les dio una tierra. Esos son los primeros invitados de la parábola, que olvidaron que la promesa no era solo la liberación de la esclavitud física, sino también de la esclavitud espiritual: de los ídolos del corazón.

Con Cristo, Dios vuelve a llamar a los necesitados de salvación, comenzando por Israel, para devolverles la heredad que rechazaron los primeros padres en el Paraíso. Pero la invitación no es solo para ellos, sino para todos los hijos de Adán.

Ante nosotros están, pues, la misericordia y la responsabilidad, para orientar nuestra libertad y nuestras vidas hacia el Evangelio del Reino, o alienarlas por la ilusión de los bienes de este mundo. ¡Ay de los hartos, y de los justos a sus propios ojos! Porque se excluyen a sí mismos del Reino, rechazando la vestidura blanca de bodas. Dichosos, en cambio, los menesterosos que ahora tienen hambre, porque serán revestidos de dignidad y saciados.

Por mucho que haga, o por mucho que deje de hacer el hombre para entrar en el Reino, siempre será poco; siempre será don gratuito, incomparablemente superior a nuestra responsable aceptación de las exigencias del Reino.

Con qué facilidad, sin embargo, rechazamos la invitación del Señor por la complacencia en los ídolos del mundo, nosotros, los alejados, que hoy nos hemos convertido en invitados en la última hora.

La Palabra viene hoy a llamarnos a la vigilancia, para que no nos enredemos en los asuntos mundanos y estemos preparados para la llamada del Señor en cuanto llegue y llame. Dichoso el siervo a quien el Señor encuentre dispuesto: escapará del llanto y del rechinar de dientes.

La Eucaristía nos invita a entrar en la fiesta escatológica de la comunión, para recibir vida eterna, porque ¡el Reino de Dios ha llegado! Cristo es el Reino, y nos invita al banquete de su cuerpo y de su sangre.

           Que así sea.

                                                   www.cowsoft.net/jesusbayarri  

No hay comentarios:

Publicar un comentario