Miércoles 9º del TO

Miércoles 9º del TO

Mc 12, 18-27

Queridos hermanos:

Hoy la Palabra nos invita a fijar nuestra mirada en la vida eterna de la Resurrección, de la cuál tenemos ya por la fe, una “esperanza dichosa”, porque será una vida con Cristo, en Dios. Pero esta esperanza no todos la comparten porque “la fe no es de todos” como decía san Pablo, ni todos comprenden las Escrituras ni el poder de Dios, como dice el Evangelio. El Maligno se sirve de aquellos a quienes ha engañado, para atacar nuestra esperanza y tratar de destruir nuestra fe. Necesitamos por lo tanto, ser “consolados y afirmados en toda obra y palabra buena,” para el combate contra el Maligno y la misión del testimonio que supone la vida de fe, para alcanzar a ser dignos de la Resurrección y tener parte en el mundo venidero. Entonces no existirá la muerte como nos ha dicho el Evangelio, sino los hijos de Dios; los santos, viviendo en el servicio del Señor como ángeles en el cielo.

Una vez recuperados nuestros miembros, viviremos en la comunión de los santos, en una unión virginal con el Señor, que se nos entregará en la posesión de la visión, haciéndonos un solo espíritu con él.

Ahora mientras perdura este “hoy”, estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza dichosa, afianzados en la palabra buena del Evangelio y en la obra de la evangelización, por nuestro Señor Jesucristo que nos ha amado y consolado gratuitamente. El nos guardará del Maligno y nos sostendrá en el combate, con la tenacidad de Cristo en su amor.

Gran error el de los saduceos por no entender las Escrituras y el poder de Dios, porque para entender las Escrituras es necesario el Espíritu que las inspiró, que se recibe por la fe, con la sumisión a Dios. Él, nos revela su amor, vencedor de la muerte y el pecado, siendo el creador de todas las cosas por su Verbo. Hay resurrección, porque quien dio vida a todo, de la nada, puede darla igualmente a los que han muerto. Para Dios, en efecto, todos viven. La muerte no puede privar al autor de la vida de sus criaturas, aunque a ellas las prive de su cuerpo por un tiempo, en espera de la resurrección.

En la vida nueva de la resurrección no habrá ya muerte, ni procreación, y la comunión entre el hombre y la mujer, será distinta y superior a la unión conyugal.

 Que así sea.

                                       www.jesusbayarri.com

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