Sábado 5º del TO
Mc 8, 1-10
Queridos hermanos:
Continuando nuestra
mirada al Reino de Dios que irrumpe con Cristo, hoy la Palabra nos presenta el
banquete mesiánico en el que será saciado el corazón del hombre: “Comerán, se saciarán
y sobrará”. El nuevo y verdadero Moisés, el esperado, introducirá al pueblo en
la Tierra Prometida. Isaías describe las ansias del corazón humano, que son
ansias de la bienaventuranza a la que está llamado, y que son las promesas
hechas por Dios a través de la Historia de la Salvación. Un pueblo renovado en
el que “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, y los
pobres son evangelizados.” Una tierra en la que habita la justicia y la muerte ha
sido aniquilada. Una vez alimentados los hijos, serán también saciados los
“perritos”, porque ya no habrá judíos ni gentiles, griegos ni escitas, esclavos
ni libres, sino hijos de Dios.
En la simbología
evangélica, esta segunda multiplicación se dirige a los gentiles, que también
son llamados al encuentro con la Palabra que sacia el corazón humano. El número
siete en el Evangelio nos habla de plenitud; todas las naciones son invitadas al
banquete del Reino que viene con Cristo y en el que los invitados serán
servidos por la Iglesia.
La muerte aniquilada de
la que habla Isaías (25, 8), anuncia el perdón de los pecados; la vida
descenderá del monte santo como el agua que viene del cielo para fecundar la
tierra y hacerla germinar para alimentar a todas las naciones.
Nosotros somos
invitados a este festín y a este monte para ser saciados y poder así alimentar
con la abundancia sobrante a todos los hambrientos de la tierra.
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