San Marcos, Evangelista
(1P 5,
5b-14; Mc 16, 15-20)
Queridos hermanos:
En esta fiesta del evangelista Marcos, la liturgia de la palabra nos presenta el anuncio del Evangelio a toda la creación; san Pablo dirá: “Sólidamente cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda creatura bajo el cielo; san Marcos dirá que: “Es preciso que sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones, y añade: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.” Esto, evidentemente, más que con palabras se testifica con una Vida Nueva. San Lucas en los Hechos, dice: “Recibiréis una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y de este modo seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra,” o como dice Mateo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”
"La creación,
en efecto, fue sometida a la frustración" por la muerte, consecuencia del pecado, y ha sido vaciada
de su sentido instrumental para la realización del plan de Dios. La humanidad
finalizada a la gloria quedó impedida para la comunión con Dios y las tinieblas
volvieron de nuevo a cernirse sobre el mundo. San Pablo lo expresa diciendo: “la
creación gime con dolores de parto, esperando la manifestación de los hijos de
Dios.”
Cristo resucitado ha recibido todo
poder y en su nombre obedecen el cielo y la tierra; el mal y la muerte
retroceden ante el Evangelio de la gracia de Dios, que se convierte en
paradigma de salvación para aquel que se abre a su acción por la fe: “Curad
enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.” Los que crean “hablarán en lenguas
nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará
daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.”
Nosotros hoy, celebramos con san
Marcos el testimonio de la vida y de las Escrituras, por las que el Espíritu, a
través de los enviados, hace resonar la verdad del amor de Dios. Hoy, somos
llamados a que sigamos
fielmente las huellas de Cristo, y en la Eucaristía imploremos la gracia de creer con firmeza en el
Evangelio que nos salva.
Que así sea.
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