Jueves 2º de Pascua

Jueves 2º de Pascua

(Hch 5, 27-33; Jn 3, 31-36)

Queridos hermanos:

          Después del tiempo de la entrega de Cristo en el que Dios Padre lo entrega por amor; los sumos sacerdotes por envidia y Judas por avaricia; después del tiempo de la elección de los testigos de la Resurrección que Cristo ha llamado personalmente, ha comenzado el tiempo del testimonio. En la primera lectura, el Espíritu y la Iglesia testifican juntos, y en el Evangelio se nos hace presente el testimonio de Cristo, a través de la iniciación de Nicodemo, en su itinerario bautismal.

Como Juan Bautista ha dado testimonio de Cristo con sus palabras, el Espíritu lo ha testificado con sus obras, y Cristo ha testificado con sus palabras y con sus obras, todo lo que ha visto y oído al Padre.

Frente a la muerte del pecado que ha sometido al hombre a la ira de Dios, su amor es vida, perdón y misericordia, decretados en el seno de Dios, y proclamados por Cristo, que los ofrece a todos gratuitamente mediante el testimonio de su entrega. Testimonio que viniendo del cielo, expresa la verdad de Dios y su voluntad salvadora.

Acoger el testimonio de Cristo, es creer, por tanto, en el amor del Padre y recibir de él vida eterna, siendo arrancados de la muerte a la que fuimos sometidos por el pecado, gracias a su muerte de cruz.

En Cristo vive Dios mismo; en él está Dios; él, es el Cielo, y en sus manos ha puesto Dios todas las cosas: nuestro perdón, y la salvación, que gratuitamente se nos ofrece a quienes por el pecado, entramos bajo su ira. Creer en Cristo es entrar en comunión con Dios, en su amistad, y recibir su Espíritu de vida eterna. Creer, es unirse a su testimonio que es rechazado por muchos; creer es reconocer la Verdad de Dios y la mentira de quien lo niega.

Nosotros no sólo somos invitados a la esperanza, sino a  recibir al Esperado de todos los hombres y de todos los tiempos, al Prometido a los Patriarcas, al Anunciado por los Profetas.

Cristo, Palabra del Padre, Verdad del Padre, se nos da como amor del Padre, carne y sangre de vida eterna bajada del cielo que quiere unirnos a sí. Eucaristía celeste que nos abre de par en par sus entrañas en la tierra.

Que así sea en nosotros.

                                                                      www.jesusbayarri.com

 

 

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