Sábado 2º del TO

Sábado 2º del TO

Mc 3, 20-21

Queridos hermanos:

          En el momento más agotador de la misión, el diablo instiga a sus parientes incrédulos: “es que ni siquiera sus hermanos creían en él” (Jn 7, 5), y forzando, con toda seguridad, la actitud de María, deciden ir en su busca. Realmente, un profeta, sólo en su tierra y entre los de su casa, carece de prestigio. La pregunta es muy sencilla: ¿De dónde le viene eso? El razonamiento familiar podría ser: Nunca se había comportado así, y ahora, de repente, parece que el pueblo y todos nosotros, hemos dejado de interesarle. Su piedad era ciertamente notable y parecía no asumir ciertos criterios del pueblo, pero no hacía cosas extrañas como ahora. De eso, a proclamarse un enviado de Dios y dogmatizar en su nombre, hay mucha diferencia. Su privilegiada mente ha debido jugarle una mala pasada, por el agotamiento, debido a esa vida que lleva entre multitudes. Traigámoslo a casa, que descanse y se recupere antes que le pase algo peor.

          Es la problemática inevitable que lleva consigo la encarnación. Que Dios haya  dicho en el Sinaí: “Yo suscitaré un profeta como tú de entre tus hermanos a quien escucharéis.” Comprender que el Señor, su Dios, el único Señor, tenga un Hijo, y que lo haya enviado, encarnándose en el hijo del carpintero, su pariente, no está ciertamente a su alcance, como tampoco les resulta fácil el discernimiento de que lo haya invadido el Espíritu del Señor como a los profetas, y por eso “no saben de dónde viene ni a dónde va”.   También de los discípulos el día de Pentecostés se decía algo parecido, cuando fueron invadidos por el fuego del Espíritu Santo: “están ebrios de vino”. Como ha dicho alguien: Si el mundo está loco, la cordura, no deja de ser una locura para él. La locura de su amor llevará a Cristo ciertamente a la locura de la cruz, que el diablo tratará siempre de impedir por cualquier medio.

          Por la fe, también a nosotros, “el amor de Cristo nos apremia”; el Señor nos unge con su Espíritu, para llevar la Buena Nueva de su amor, de su luz, a este mundo en tinieblas, asumiendo su acogida o su rechazo como Cristo mismo, siendo, como somos, discípulos suyos.

          Que así sea.

                                                 www.jesusbayarri.com

         

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