Cuarta feria mayor de Adviento “Oh llave de David”
(Is 7, 10-14; Lc 1, 26-38)
Queridos hermanos:
Hoy, la Buena Noticia del “Dios con
nosotros” concebido por la Virgen, que pone fin a la consecuencia del pecado,
toma nombres concretos en Gabriel, María, y Jesús: El que está delante de Dios,
presenta lo que ha contemplado, a la virgen María: La llena de gracia, y llamada
a ser madre del Hijo del Altísimo, porque ha hallado favor ante Dios. Jesús
será grande, será santo y se le llamará Hijo de Dios. Se cumplen las promesas
hechas a David y nosotros somos evangelizados con María, porque “todo es
posible para Dios”: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y
se le llamará Hijo de Dios».
Esta palabra nos presenta la fidelidad
de Dios a sus promesas de salvación, y a Jesús, como el salvador que viene a
perdonar los pecados y a destruir la muerte. Viene a revelar el misterio
escondido desde antiguo como dice la Carta a los Romanos (16, 25): La llamada
universal al reino eterno prometido a David.
Todas las promesas apuntan a Cristo como
el elegido para nuestra salvación, asumiendo la virulencia del mal para
destruirlo. El plan de Dios para salvar al mundo está en acto. La salvación
revelada a los profetas, es ahora anunciada por el arcángel Gabriel a María,
que acepta la voluntad de Dios y concibe a Cristo.
Estas palabras
nos llenan de esperanza, porque también a nosotros se nos ha hecho esta promesa
de ver nacer de nosotros a Cristo, venciendo la esterilidad de nuestra impotencia.
También nosotros recibimos sobreabundantemente la gracia del Señor, con la que
quiere llenar nuestro corazón. ¡Alégrate, por tanto, y salta de gozo tú que has
creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!
¿Qué es más
difícil: que la Virgen sea concebida sin pecado, o que a nosotros se nos borren
los pecados por la fe, para que recibamos el Espíritu Santo como María, que
geste y de a luz de nosotros un hombre nuevo incorporado a Cristo, con la vida
de Dios en nosotros?: “El que escucha la
palabra de Dios y la guarda, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.”
También nosotros somos evangelizados con
María. Cristo puede ser concebido en nosotros por la fe, y dado a luz mediante
las obras del amor de Dios, que es derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que se nos da. La salvación está cercana y hay que disponerse a
acogerla reconociendo el amor de Dios para con nosotros, y la fuerza de su
poder, porque no hay nada imposible para Él.
La Gracia engendrada por haber acogido
el anuncio del ángel, envuelve por completo a María, para ser dada a luz, en un
mundo sumergido en tinieblas y sombras de muerte, y guiarlo por el camino de la
Paz. “Dichosa eres tú, María, porque lo
que te ha dicho el Señor se cumplirá.”
Hoy la
liturgia de vísperas, llama a Cristo “Llave de David” que abre las puertas del
Reino eterno a través de su carne: “El que come mi carne tiene vida eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario