Martes 22º del TO

Martes 22º del TO 

Lc 4, 31-37

 Queridos hermanos:

           Cristo usa de misericordia y compasión con los pecadores y los enfermos, porque encarna: el “Año de gracia del Señor”, de la profecía de Isaías que veíamos ayer, mientras muestra su autoridad y su fortaleza con los espíritus del mal y los expulsa, poniendo en acto  el “día de la venganza de nuestro Dios”; se hace presente el verdadero sábado en el que hay que hacer el bien y no el mal; el sábado en el que Dios gobierna el universo haciendo justicia a los oprimidos por el diablo.

          El espíritu inmundo, del Evangelio, mentiroso y padre de la mentira, trata en vano de resistirse reivindicando un tiempo antes de su derrota definitiva, pero el reconocimiento de Cristo no le da acceso a la virtud de su Nombre para ser salvo, porque la invocación del Nombre de Cristo es siempre ruina para el diablo, siendo su Nombre, la constatación de la irrupción del Reino de Dios y la decadencia del imperio de Satanás. Él es el Mesías que salvará a su pueblo de sus pecados.

          Nosotros sabemos cuál es esta doctrina, su autoridad, y el poder que tiene de sanar nuestras miserias e impurezas si nos acogemos a Cristo e invocamos su Nombre; él se ha acercado a nosotros lleno de misericordia, ofreciéndonos su palabra, su cuerpo y su sangre para que tengamos vida: “Todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará”. Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!” (Rm 10, 13-15). Con Cristo, somos, pues, enviados a testificar que el Reino de Dios ha llegado pasándonos de la muerte a la vida, mediante el amor a los hermanos.

           Que así sea.

                                                           www.jesusbayarri.com

 

 

 

 

 

 

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