Jueves 10º del TO
Mt 5, 20-26
Si este amor se desprecia, se lesionan
todas nuestras relaciones con Dios, quedan inútiles, porque Dios es amor. La fe
queda vacía y nuestra reconciliación con Dios rota; se rompe nuestra conexión
con Dios a través de Cristo. Volvemos a la enemistad con Dios. Nuestra deuda
con el hermano está clamando a la justicia de Dios, como la sangre de Abel.
De ahí la urgencia de las palabras de
Jesús en el Evangelio: “Ponte a buenas con tu adversario“, expulsa el
mal de tu corazón mientras puedes convertirte, porque de lo contrario la
sentencia de nuestras culpas pesa sobre nosotros. El que se aparta de la
misericordia, se sitúa bajo la ira del juicio. El que se aparta de la gracia se
sitúa bajo la justicia sin los méritos de la redención de Cristo.
Qué otra cosa puede importar si no se
soluciona la vida de Dios en nosotros, o pretendemos vivir la nuestra a un
nivel pagano contristando el Espíritu que se nos ha dado.
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