San Francisco Javier
Is 11, 1-10; Lc 10,
21-24
Queridos hermanos:
En esta memoria de San Francisco Javier, misionero por excelencia, jesuita, español, la liturgia nos presenta en el contexto del regreso de los 72 discípulos enviados por el Señor, el pasaje del evangelio según san Lucas, en el que Cristo agradece al Padre, el revelar los misterios del Reino a los pequeños.
Paisano y discípulo de san Ignacio, Francisco (Javier),
parte a los confines de la tierra, encendido de amor al Señor, a predicar el
Evangelio a los pequeños, en los que encuentra el deseo profundo de conocer a
Dios, y lamenta que, por falta de misioneros, tantos queden sin la gracia de
ser cristianos.
Ejemplo para nosotros del celo por el Evangelio, Javier nos llama a responder a la gracia del Señor, que, por nuestro bautismo, nos
llama a seguirlo, negándonos a nosotros mismos, allí donde hemos sido
convocados para ejercer nuestra misión profética, en el seno del cuerpo místico
de Cristo, iluminando con nuestra fe, a tantos hermanos que viven aún en las
tinieblas de un mundo alejado de la luz de Jesucristo, en quien el Padre nos ha
manifestado su amor.
El Señor, que ha tenido a bien revelarnos a su Hijo, hace
brotar en nosotros el agradecimiento y la bendición de su Nombre, por su
misericordia y su piedad para con nosotros y por su amor por un mundo
extraviado que camina como rebaño sin pastor, a merced de los lobos y los
engaños del embustero y padre de la mentira.
Que este Adviento mueva nuestro corazón al testimonio de
Cristo, viviendo en la vigilancia y la sobriedad, mientras esperamos con amor
su venida gloriosa.
¡Ven Señor! Que pase este mundo y que venga tu Reino.
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