Domingo 3º de Adviento C Gaudete

 Domingo 3º de Adviento C “Gaudete”.

(So 3, 14-18; Flp 4, 4-7; Lc 3, 10-18) 

Queridos hermanos: 

          El Señor está cerca. El amor se alegra al amar; se goza, como dice Sofonías en la primera lectura; y alegra también el corazón del hombre como el buen vino; como el vino nuevo dejado para el final. El Señor viene a salvar y se alegra, enmudeciendo ante los tormentos a los que su amor será sometido (cf. Is 53, 7), pero las aguas torrenciales no pueden apagar el amor ni anegarlo los ríos. Lo sabe también san Pablo encarcelado por amor a Cristo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna.”

          Se acerca el fuego de este amor, con el que el Espíritu Santo viene a bautizarnos. Se anuncia a Cristo y hay que acogerlo con la conversión del corazón, escuchando a su profeta. Viene el fuego que consume y purifica, que acrisola y fecunda llenando el mundo de paz. Viene el amor que hace posible al hombre lo que sólo es posible para Dios. Viene el amor del Padre en su Hijo encarnado y visible y se hace Don en el Espíritu Santo.

          Para recibir lo inalcanzable de Dios, el hombre debe disponerse, ampliando al máximo su capacidad, y reduciendo al mínimo sus ansias de posesión. Llenarse de la justicia y vaciarse de la impiedad. Abajar su vanidad y su orgullo, y rellenar ante el Señor la escabrosidad socavada por las pasiones.

          El señor está a las puertas y deja oír la voz del mensajero que clama, para que se le abran francas las puertas de los corazones y pueda entrar él a cenar volviendo la noche en fiesta, la oscuridad en luz, la tristeza en gozo y la soledad en amor. La esterilidad del alma se hará fecunda, los entendimientos se iluminarán, se sublimarán los sentimientos, y la esperanza quedará fortalecida para que podamos caminar a su luz, guiados por sus preceptos.

          ¡Ven Señor y no tardes más en venir! Arrástranos tras de ti y te seguiremos de todo corazón; danos vida para que invoquemos tu nombre. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti. A ti, Señor, nos acogemos, y no quedaremos defraudados.

            Proclamemos juntos nuestra fe.

                                                                           www.jesusbayarri.com

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